Conversaron con confianza, como lo hacen siempre, y quedaron en juntarse un rato antes de la reunión formal en la que el Gobernador recibiría a Unión-PRO en el marco del diálogo político en la Provincia.
Así fue que este martes, Solá llegó temprano y Scioli aprovechó para llevarlo en una recorrida por las remodelaciones que se hicieron en el último año en la residencia gubernamental bajo la supervisión de Karina Rabollini.
Hubo chanzas por el estado en que Felipe dejó la residencia al finalizar su mandato. Y algunas conversaciones más crudas sobre el peronismo y el estado de las finanzas provinciales. Pero nunca se perdió la cordialidad.
Tanto, que el ex gobernador descubrió en una pared un cuadro que se había olvidado cuando habitó la residencia y Scioli quedó en enviárselo en los próximos días.
En la reunión formal en el despacho del gobernador, con todo el gabinete provincial y los diputados electos de Unión-PRO presentes, el eje de las discusiones pasó por Scioli y Solá.
Tanto que Francisco de Narváez no ocultó luego, entre los suyos, el fastidio por el protagonismo que le habían robado.
Solá, en cambio, no dudó en elogiar el encuentro y admitir ante los periodistas que "Scioli tuvo la mejor actitud de todos los derrotados en las últimas elecciones". No se quedó en eso, y agregó que veía al gobernador "bastante entero, mejor de lo que se podía suponer después de perder las elecciones. Convencido de promover un diálogo, que es algo que va con él y lo hace con seguridad".
¿Se ha formado una nueva pareja política? No habría que apresurarse.
Es cierto que esta relación cordial entre un mandatario y su antecesor es extraña en la política argentina. Más aún, después de confrontar en una dura batalla legislativa.
No es que no tengan facturas para pasarse. Scioli cambió muchas cosas de la gestión Solá que no le gustaban. Pero evitó cualquier reclamo público sobre la "herencia recibida".
Felipe, por su parte, critica con dureza en privado la gestión de su sucesor. Ambos, sin embargo, privilegian el diálogo y parecen haber encontrado en la defensa de los intereses de la Provincia una alianza estratégica temporal de mutua conveniencia.
El gobernador abrió sus brazos a todos los sectores para reconstruir poder después de la derrota, pero con ninguno le resulta tan sencillo como con el peronismo disidente, con el que siempre se preocupó de mantener puentes.
En el entorno de Scioli, aún en plena campaña, siempre diferenciaron a Felipe y los suyos de De Narváez y los macristas.
A Solá, el vínculo privilegiado con el gobernador le sirve para reafirmar su identidad peronista, mientras De Narváez juega un partido aparte.
"No hay que olvidar que Felipe nunca renunció al PJ y los dos son autoridades partidarias", recuerdan con palabras calcadas cerca del gobernador y del ex. Desde ese PJ bonaerense ambos intentan construir sus proyectos para 2011. Por ahora, sin estorbarse.
Fuente: Clarín
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